En agosto de 1972 se produjeron dos acontecimientos que inscriben a Trelew, ciudad de la provincia del Chubut en la memoria colectiva y que debe por lo tanto persistir de modo perenne en todo racconto de las luchas sociales de la Región
Argentina.
Uno de ellos es una pueblada contra la dictadura cívico-militar imperante entonces, encabezada por el gral. Alejandro Lanusse. El otro el intento de fuga y posterior fusilamiento en la base de la armada Alte Zar de los combatientes que no lograron alcanzar el avión en el aeropuerto.
Dice el periodista y escritor Tomás Eloy Martínez, quien cubrió estos acontecimientos a la distancia en la revista Panorama, que en su recorrida posterior por Trelew pudo dimensionar la real magnitud de los hechos, la pueblada que fue ignorada por los medios de prensa locales y por supuesto por los capitalinos de Buenos Aires. Mucho más claras eran las marcas de la masacre perpetrada por los uniformados, a la distancia podemos considerarla como un anticipo de la siniestra metodología del Terrorismo de Estado entronizado desde 1973 en la masacre de Ezeiza, luego con las triple A y a partir de 1976 como sistema articulado cívico militar.
A pesar del transcurso de los años estas huellas de la lucha popular y el dolor colectivo no deben evaporarse, tienen que persistir con potencia y debemos transmitirlas a las nuevas generaciones, es nuestro deber de revolucionarios.
Como afirma el escritor tucumano y suscribimos nosotros a más de cuatro décadas “la historia nos ha marcado con sus cicatriz, pero por nada del mundo queremos que esa cicatriz se borre.”
Argentina.
Uno de ellos es una pueblada contra la dictadura cívico-militar imperante entonces, encabezada por el gral. Alejandro Lanusse. El otro el intento de fuga y posterior fusilamiento en la base de la armada Alte Zar de los combatientes que no lograron alcanzar el avión en el aeropuerto.
Dice el periodista y escritor Tomás Eloy Martínez, quien cubrió estos acontecimientos a la distancia en la revista Panorama, que en su recorrida posterior por Trelew pudo dimensionar la real magnitud de los hechos, la pueblada que fue ignorada por los medios de prensa locales y por supuesto por los capitalinos de Buenos Aires. Mucho más claras eran las marcas de la masacre perpetrada por los uniformados, a la distancia podemos considerarla como un anticipo de la siniestra metodología del Terrorismo de Estado entronizado desde 1973 en la masacre de Ezeiza, luego con las triple A y a partir de 1976 como sistema articulado cívico militar.
A pesar del transcurso de los años estas huellas de la lucha popular y el dolor colectivo no deben evaporarse, tienen que persistir con potencia y debemos transmitirlas a las nuevas generaciones, es nuestro deber de revolucionarios.
Como afirma el escritor tucumano y suscribimos nosotros a más de cuatro décadas “la historia nos ha marcado con sus cicatriz, pero por nada del mundo queremos que esa cicatriz se borre.”