CONSULTORIO JURIDICO GRATUITO JUEVES DE 18 A 20 HS EN NUESTRO LOCAL DE "LA TOMA" MARTES DE 18.30 A 19.30 EN NUESTRO LOCAL DE VIGIL GABOTO 450

ROSARIO
.

lunes, 23 de mayo de 2011

CARTA DE MARIA INES LUCHETTI, QUERELLANTE EN LA CAUSA DIAZ BESSONE.

A la Comisión Directiva de la
Liga por los Derechos del Hombre
San Pedro, Mayo 9 de 2011
De mi mayor consideración:


Me dirijo a ustedes en su carácter de mis representantes en el Juicio Oral “Díaz Bessone y otros s/ homicidio, violación y torturas” Expte 120/2008, que se desarrolla en la ciudad de Rosario.
Desde los duros días de la dictadura hemos compartido con la Liga y otros organismos de Derechos Humanos la búsqueda de la verdad, la justicia y el anhelo de juicio y castigo a los culpables de los delitos de lesa humanidad.
Mi suegra Juani Bettanin y yo, recorrimos junto a muchos familiares distintos foros en el extranjero, e iniciamos junto a otros sobrevivientes, la causa Feced en Rosario en diciembre de 1983.
Incansablemente hemos reclamado por la aparición con vida de mis cuñados Jaime Colmenares, Guillermo Juan Bettanin y Leticia Jones y denunciamos nuestros propios secuestros y el de mis hijas Mariana y Carolina Bettanin, el nacimiento en cautiverio de mi hija Cristina Inés Bettanin, y los asesinatos de mi marido Leonardo Bettanin y mi cuñada Cristina Bettanin el 2 de enero de 1977.
Los avatares de aquella causa Feced ustedes los conocen y hoy nos encontramos al final de las testimoniales del juicio oral a Díaz Bessone.
Quiero decirles que antes de declarar en este juicio el pasado 30 de noviembre, recorrí los recortes periodísticos del año 1984 que aún preservo.
Y no sólo en mi testimonio y el de mi suegra, sino en el de casi todos los compañeros que entonces iniciamos la Causa Feced ,denunciábamos ante los Tribunales Provinciales de Rosario, a cinco ex – militantes que optaron por pasar a formar parte del aparato represivo para preservar sus vidas.
Nadie en aquellos días objetó nuestra palabra.
Como tampoco se objetó en la elevación a Juicio Oral de la Causa Díaz Bessone.En octubre de 2010 se conectaron conmigo compañeras de Rosario y me propusieron adherir a la carta que se entregó a la Secretaría de DD.HH. de Nación, cuestionando su desistimiento de acusar a Ricardo Chomicki y Nilda Folch, basado en un dictamen de la Procuraduría General de la Nación del año 2008.
Adherí y firmé esa carta porque las palabras de la misma, tocaron lo más profundo de mi alma y fueron un bálsamo para mi añosa soledad sobre estos temas.
Siempre que pensaba sobre esto, me inundaba un profundo sentimiento de injusticia no reparada.
Me preguntaba ¿por qué no podemos enjuiciar a Nilda Folch, ( la Polaca o Victoria), por denunciar a los guardias que mi suegra le había pedido un cigarrillo?
A raíz de esta denuncia de Folch, Darío un miembro de la Brigada , pateó y golpeó a mi suegra, quien se encontraba a mi lado después de haber sido torturada y violada.
Folch también participó activamente en mi interrogatorio la noche en que me secuestraron, me acusó de mentir y fue la causante de que los policías me pegaran aún más. Yo estaba embarazada a término.
Después que terminó el interrogatorio vino a mi lado y me contó, lo lindas que eran las fotos de mis hijas que estaban en mi casa. Estaba vestida con ropa mía, por lo cual supe que había participado del allanamiento y el saqueo de mi casa.
Me sigo preguntando, ¿por qué no la puedo acusar?
¿Por qué razón no puedo acusar y pedir juicio y castigo para Ricardo Chomicki, (el Cadi), que fue quien marcó a Marisol Perez Losada en un bar al que ella había ido a una cita con un compañero?
Esto sucedió en circunstancias en que Chomicki tomaba alegremente un café en ese bar con miembros de la patota de Feced sin estar en operaciones.
Así nos contó Marisol Pérez Losada su secuestro.
Marisol, hermosa compañera con quien compartí sótano y lágrimas y aún hoy no sabemos qué hicieron con ella, quien la mató, donde la enterraron.
Baravalle lo sabía y Folch y Chomicki lo saben.
Como también saben quien se llevó a Alicia Tierra, embarazada de cuatro meses y dónde y cómo la mataron.
¿Por qué no podemos acusar y enjuiciar a quienes, eligieron formar parte del enemigo y en esa condición, no como víctimas, picanearon, golpearon y enterraron compañeros en el Servicio de Informaciones de Rosario?
¿Por qué no podemos demandarlos por años de pacto de silencio con las fuerzas represivas?
Jamás ninguno de ellos colaboró para encontrar a ningún compañero, ni muerto, ni desaparecido.
Ningún familiar tuvo una sola palabra de ellos sobre el destino de sus seres queridos.
La complicidad les dura hasta hoy.
Por eso me parecen muy justas las palabras de la Carta Abierta a la Secretaría de DD.HH de la Nación , cuando dice que no queremos que ningún "expert" en campos de concentración nos venga a decir qué tenemos que pensar ni decir o hacer.
Nosotros estuvimos allí.
Sé que la memoria es una construcción social, y por lo tanto un territorio de conflicto.
Lo que no puede admitirse es que esta conflictividad implique no dar cuenta siquiera del pedido de justicia que los sobrevivientes del Servicio de Informaciones de Rosario realizamos respecto de Nilda Folch y Ricardo Chomicki en este juicio.
Tengo muy claro que lo que se está juzgando son delitos de lesa humanidad, perpetrados por un aparato represivo que instrumentó el Terrorismo de Estado para eliminar la resistencia a la dictadura militar. Folch, Chomicki, Brunato y Baravalle decidieron formar parte de él.
Me sigo preguntando: ¿aplican ustedes a estos casos la Obediencia Debida contra la cual tanto hemos luchado?
Nuestras estrategias de supervivencia y resistencia, en la inmensa mayoría de los sobrevivientes del Servicio de Informaciones de la Jefatura de Policía de Rosario no incluyeron la eliminación de nuestros compañeros para preservarnos.
Resistimos colectivamente desde el amor, la solidaridad, la comprensión y las convicciones políticas, religiosas y morales que cada uno tuvo.
Y elegimos, aún en las peores condiciones, no sobrevivir a cualquier precio.
Entiendo que esta es una etapa más por la defensa de la dignidad de nuestra lucha y la de los compañeros que ya no pueden hablar.
Por ello, tampoco acepto que se tienda un manto de sospecha generalizado sobre nuestras conductas, en el sentido que marca del Dictamen de la Procuraduría cuando señala que “todos de alguna manera colaboraban.”
Porque no ha sido así durante mi cautiverio en el Servicio de Informaciones ni en la Alcaidía de la Jefatura de Policía de Rosario.
Adjunto a la presente un pequeño resumen de algunos testimonios de compañeros que han declarado durante el juicio sobre el comportamiento de Folch, Chomicki, Baravalle y Brunato.
Para finalizar propongo que la Liga , así como lo ha hecho Familiares, den libertad de acción a cada equipo legal, sin presiones sobre ellos, porque no todos los campos de concentración han sido iguales.
Nuestras abogadas han escuchado y compartido cada uno de nuestros testimonios, y tienen la cabal dimensión de lo que ha significado para todos los testigos y querellantes desnudar situaciones que muchos, ni siquiera habían hablado con sus hijos.
Tanto dolor necesita una digna reparación.
Por todo lo expuesto les solicito consideren escuchar y respetar mi voz, que se une a la de muchos sobrevivientes del Servicio de Informaciones de Rosario, en tanto estoy realizando una petición concreta.
Y en consecuencia instruyan a sus abogadas (que son también quienes llevan adelante mi querella particular) para que acusen a todos los civiles, militares y eclesiásticos del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército de Rosario y del Servicio de Informaciones de la Jefatura de Policía de Rosario, sin exclusiones de ninguna clase.
De lo contrario, debo pedirles que se abstengan de acusar en mi nombre al momento de alegar.
Sin otro particular, y esperando que coloquen los deseos de los sobrevivientes, a los que dicen representar, por sobre cualquier política coyuntural, los saluda atentamente,
María Inés Luchetti D.N.I. 6.735.413
Sobreviviente del Servicio de Informaciones de la Jefatura de Policía de Rosario 2-1-77-al 11-10 de 1977.
Solicito aviso de recepción de esta carta.
El 18 de mayo de 2011 11:20, María Inés Luchetti escribió:
Estimados: Como verán he intentado mandar esta carta desde el 9 de mayo. Espero esta vez tener acuse de recibo de la misma.
Pero quiero agregar a mi carta algunas reflexiones, que a partir de vuestra falta de respuesta y de la postura que ha adoptado la Liga en la causa Díaz Bessone , he realizado en estos días.
Las mismas me han retrotraído a los días durante los cuales muchos familiares y organismos como Madres de Plaza de Mayo, Familiares, Abuelas, APDH, miembros de los COSOFAM de distintas partes del mundo, deambulábamos por los pasillos y oficinas de las Naciones Unidas en Ginebra para la Asamblea General del mes de febrero de 1980.
Como miembro de COSOFAM Madrid y como militante Montonera asistí a una reunión en casa de compañeros que residían en Ginebra a la que también asistieron infatigables y entrañables luchadores por los DD.HH. como Lucas Orfanó, Catalina Guagnini, Fidel Toniolli. Discutíamos entonces las estrategias para lograr la condena de la ONU a la Dictadura Militar en Argentina.
Nos encontrábamos entonces con la postura contraria de parte de la Liga y del Partido Comunista Argentino a pedir la condena a la Dictadura Militar porque en aquellos días la ex-Union soviética no quería condenar a la Dictadura debido a que, a través de ella , conseguían el trigo que EE.UU les negaba por el enfrentamiento Este-Oeste.
Una triangulación económica que debía a cambio, acallar las voces de condena a la Dictadura argentina. Voces que provenían de los que habíamos sobrevivido a los centros clandestinos de detención, de madres y padres que buscaban a sus hijos, nuestros compañeros, y de países que habían sufrido el terrorismo de estado en su patria y entendían nuestros reclamos como justos.
Pudo más en aquella oportunidad el poder económico que nuestro dolor.
Me pregunto hoy, ¿qué intereses se están defendiendo cuando se nos niega a los sobrevivientes del Servicio de Informaciones de la Jefatura de Policía de Rosario y a nuestras abogadas pedir la condena de quienes DECIDIERON formar parte del aparato represivo, tuvieron sus misma prácticas y aún hoy no se han arrepentido y han dado una palabra que nos pueda guiar a saber dónde están y qué pasó con tantos compañeros desaparecidos y muertos en ese centro clandestino?
Ricardo Chomicki, Nilda Folch y Brunatto, nos DEBEN la vida de muchos de ellos y han mantenido el mismo pacto de silencio que los militares y policías que acusamos.
Espero sinceramente que la Liga reflexione junto a nosotros estos temas y veamos la manera de que finalmente la Justicia los alcance a todos.
Atentamente,
María Inés Luchetti
San Pedro,
18 de mayo de 2011
Estimada compañera

No hay comentarios:

Publicar un comentario