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ROSARIO
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sábado, 22 de octubre de 2011

Compartimos dos excelentes análisis políticos



El mudo cadáver de Khadafi  -  Libia, cacería imperial -

21/10/2011 _Publicado en Redacción Rosario -

Por Pablo Bilsky.
La impúdica exhibición del cadáver masacrado de Khadafi es el resultado de otra ejecución sumaria extrajudicial de la OTAN y responde a una lógica mafiosa: el líder sabía demasiado, había que callarlo para siempre. El cuerpo exhibido funciona además como pantalla que oculta otros cuerpos que no conviene mostrar: los miles de cadáveres de ciudadanos libios que se pudren al sol y que, según dispuso la resolución 1973 de la ONU, debían ser protegidos por la OTAN. Tampoco son visibles los cuerpos, todavía con vida, del millón de desplazados libios que huyeron hacia Egipto y Túnez y padecen condiciones infrahumanas. Más ocultos aún siguen los accionistas de las petroleras europeas, beneficiarios de tanta barbarie.
Las tapas de los diarios del mundo muestran el resultado de la última cacería humana de los imperios. Como en la antigüedad, cuando a la entrada de las ciudades podían verse los cuerpos putrefactos de los condenados a muerte, colgados como hediondas reses vencidas, exhibidos para meter miedo a la población y advertirle qué les espera a los que osen desafiar el poder. Hoy esta repugnante forma de disciplinamiento social se percibe en todo el mundo, en forma global, a través de los medios de comunicación masiva. Pero el mensaje es el mismo.
El 17 de marzo, un mes después del comienzo de las protestas en Libia, la ONU aprobó la Resolución 1973, que disponía “tomar todas las medidas necesarias para proteger a la población civil”. Dos días más tarde comenzó la intervención militar de la OTAN, y luego lo que se dio en llamar, con una expresión cínica y eufemística que engrosa la Historia universal de la infamia, “bombardeos humanitarios”.
Las decenas de miles de ciudadanos libios que perdieron la vida durante los ocho meses de guerra civil no están en el centro del escenario. Yacen ocultos, se pudren entre las bambalinas de la gran puesta en escena de los medios hegemónicos al servicio de las corporaciones.
Sí está en el centro de la escena, en el proscenio del gran escenario virtual globalizado, el cuerpo ensangrentado de Khadafi, rodeado de personas, algunas con gesto torvo, otras de expresión distraída, otras exhibiendo sonrisas ofensivas. Y todas registrando la muerte con las cámaras de sus teléfonos celulares. Gracias a la presencia de tan modernos adminículos se aleja la horrenda sensación de estar contemplando un cuadro de El Bosco.
Khadafi primero fue enemigo de Occidente, pero más tarde se reconvirtió, “abrió su país al mundo” como les gusta decir a los neoliberales para referirse a los mandatarios que malvenden las riquezas de su país a las corporaciones, y entonces pasó a ser amigo de Occidente, sobre todo de los líderes europeos, que hicieron grandes negocios con el ahora masacrado y callado.
Armas europeas para el dictador
Poco antes del comienzo de las protestas, las potencias europeas cerraron millonarios contratos con Khadafi, quien por entonces ya había cometido los crímenes que se le asignan y que ahora han motivado su ejecución sumaria extrajudicial a manos de un ejército invasor. De hecho, las armas con que el líder cometió esos crímenes de lesa humanidad, y las que utilizó para reprimir las protestas que comenzaron el 15 de febrero, fueron vendidas por Italia, Francia, Inglaterra, Alemania, Malta, Portugal y España.
Los informes de la UE sobre exportación de armamento son contundentes a la hora de demostrar que las mismas potencias europeas que cazaron a Khadafi, en nombre de la democracia, antes le vendieron armas. Entre 2008 y 2009 el conjunto de países europeos le vendió armas a Libia por 595 millones de euros.
El Estado europeo más armas vendió a Libia es Italia: unos 205 millones de euros, la mayor parte aeronaves de combate y helicópteros. Malta vendió a Gadafi cerca de 80 millones de euros en armas pequeñas y municiones, probablemente de empresas de armamento italianas situadas en su territorio. Francia vendió a Khadafi armamentos por valor de 143 millones de euros, Alemania 57 millones, Reino Unido 53 millones, Portugal 21 millones, Bélgica 5 millones, y España 4 millones.
Caranchos sedientos de petróleo
Libia es el cuarto productor de petróleo de África y provee el 28 por ciento del que consume Italia. El devastado país del norte de África es uno de los primeros proveedores de petróleo de la UE, que compra el 90 por ciento del crudo libio. Libia posee además las octavas reservas de petróleo y gas del mundo, y su petróleo es de gran calidad y fácil extracción, por lo que el país es muy atractivo para las grandes petroleras europeas como Shell y BP.
Empresas francesas, alemanas e italianas actúan por estas horas como caranchos cebados con la exquisita carne podrida de los que yacen. Los gigantes internacionales del petróleo hace meses que empezaron a hacer las cuentas, y miran con indisimulado interés el crudo del devastado país, cuyas reservas (no su producción actual) son superiores a las de cualquier otro Estado del norte africano.
Libia es el cuarto productor africano de crudo, detrás de Nigeria, Argelia y Angola, con una producción de casi 1,8 millones de barriles por día. Además sus reservas son impactantes: unos 44 mil millones de barriles.
Khadafi había hecho de Roma el primer socio en el campo de los hidrocarburos. Desde hace décadas, los gobiernos italianos, al margen de su color político, se esmeraron por mantener las mejores relaciones con Libia, país del que recibe el 28 por ciento del total de crudo que consume, equivalente al 32 por ciento de las exportaciones libias.
El ente petrolero italiano ENI opera en el país desde 1959, cuando comenzó a extraer crudo en una región del desierto del Sahara sudoriental. Después de Italia, los otros países que compran el petróleo libio son Francia, China y Alemania. Además de ENI, las otras grandes sociedades del sector presentes en el país son la francesa Total, la alemana Wintershall –la filial de extracción de gas y petróleo de BASF– y la tríada de colosos anglosajones: BP, Shell y Exxon Mobil.
ENI, la más grande de Italia, tiene proyectos de inversión por 25 mil millones de dólares en Libia, país del que procede el 13 por ciento de su total de producción. La mayor constructora italiana, Impregilo, se ha hecho con gran parte del proyecto de gran autopista en Libia por valor de 5.000 millones de euros.
El dinero del dictador libio salvó de la bancarrota al banco Unicredit, uno de los más grandes de Italia. Lo mismo ocurrió con el club Juventus. Mediante la sociedad maltesa Lafi Trade, controlada por el fondo Lia (Lybian Investment Authority: Autoridad Libia de Inversiones), Khadafi compró el 10 por ciento de Quinta Comunications, sociedad en la que Fininvest de Silvio Berlusconi tiene el 22 por ciento a través de la compañía luxemburguesa Trefinance, S.A.
La Autoridad Libia de Inversiones tiene una participación del 7,6 por ciento en el grupo bancario italiano Unicredit. El banco central libio también tiene participación en ese banco. En 1977, Libia acudió al rescate de la Fiat y compró un 15 por ciento de sus acciones, lo que produjo airadas críticas. La participación de capital libio en la Fiat es hoy inferior al 2 por ciento.
Libia adquirió acciones en la empresa mixta italiana Finmeccanica, gigantesco conglomerado que produce armas, helicópteros, sistemas de defensa, sistemas para la producción de energía.
El capital libio tiene el 7,5 por ciento de las acciones de la Juventus. Un hijo del ahora Demonio muerto jugó y hasta participó de la dirección de ese club. Libia ha puesto dinero también en el club Triestina. En 2004, Berlusconi y Khadafi inauguraron el gasoducto submarino que une Libia y la isla de Sicilia construido por las empresas petroleras de los dos países, el ENI italiano y la Western Lybian Gas Projet, y que sirve para distribuir el gas libio a toda Europa. Entre 2008 y 2010, unos cuarenta mil millones de euros circularon entre ambos países.
Todo esto permanecerá oculto, detrás del espectáculo grotesco de la cacería humana imperial. Se alzará voces que hablarán de democracia en nombre del pueblo libio. Se pondrá sordina a las voces que cuestionen la autoridad moral de las potencias europeas y la ONU para hablar de democracia y denostar al dictador muerto, un ex amigo que hubo que callar. Y la gran pregunta, en realidad una entre las tantas que quedan abiertas, apunta a determinar la verdadera naturaleza del cambio que se viene en Libia.
La famosa novela El gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957), resulta de gran utilidad en estos casos: "Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi", afirma uno de los personajes. "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".
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LAS GRANDES POTENCIAS SE DISPUTARÁN CRUDO LIBIO

Khadafy asesinado y hubo festín de marionetas de la OTAN

La OTAN presume de su victoria en Sirte. El crimen contra Khadafy fue visto por el mundo. Resta saber si podrán estabilizar su poder espurio en Libia. En Irak y Afganistán no pudieron todavía.
EMILIO MARÍN
 
Muammar Khadafy había llamado “ratas” a los serviles ejércitos de la OTAN. Sonaba un poco fuerte, pero viendo la forma como lo asesinaron y los festejos impúdicos de esa muerte, aquel calificativo se ajustaba a verdad.
El único agregado es que también son ratas de albañal quienes festejaron con cierto recato, como Barack Obama, Nicolas Sarkozy, Angela Merkel, David Cameron e Hillary Clinton.
La muerte del coronel ilustra la guerra sucia: aviones franceses de la OTAN bombardearon el convoy y los mal llamados “rebeldes” lo capturaron herido. Luego lo mataron sin juicio previo ni defensa.
Esa última violación de la legalidad pinta de cuerpo entero al imperio, sus aliados libios y los medios de comunicación. Para ellos quien violaba la ley era el “dictador”. Llegaron a falsificar un supuesto bombardeo de aquél a la población para que el Comité Penal Internacional requiriera su captura, la de un hijo y otro funcionario. Los acusaban de crímenes de lesa humanidad, que no habían cometido.
El responsable de aquella “tarjeta roja” del CPI fue el argentino Luis Moreno Ocampo. ¿Qué dirá ahora este burócrata internacional? ¿Acaso llevará a La Haya a las “ratas” que mataron a un herido y desarmado? Ni pensarlo. ¿Y con Obama y los socios que ordenaron la masacre, con miles de muertos y heridos? ¿Hará algo para poner justicia en ese país destruido por los bombardeos? No. La “justicia” de Moreno Ocampo es pariente de la que dejó ir a Pinochet, como reprocha León Gieco en “De igual a igual”. Es de la misma familia judicial que no importunó todavía a Henry Kissinger por sus sangrientos golpes de Estado en América Latina y otros confines del mundo. Menos citó a Bush por las invasiones y centenares de miles de muertos en Irak y Afganistán.
Hay que decirlo con todas las letras. Khadafy fue asesinado violando los derechos humanos y la norma elemental de defensa en juicio, que en cambio pudo tener, bien que amañado, Saddam Hussein en Bagdad. Los derechos humanos para la Casa Blanca son una mera herramienta política a usar según su necesidad. No son universales. Son funcionales. ¿Estos gobiernos son los que invaden y matan en otros países pero acusan de coartar las libertades a Raúl Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega, y en menor medida a Cristina Fernández y Dilma Rousseff?
Si alguien cree en esas campañas es un desinformado, un perfecto idiota o un pérfido adherente del imperio. Y merecería que a su país le pase lo que le sucedió a Libia desde el 15 de febrero último. A cierta gente sólo los despierta el filo de bayoneta rasgando la piel propia. Que aprendan de la lección de Libia. Que sean personas y no “ratas”.
 
Mentiras y videos
Las agencias internacionales estaban acompañando en Sirte a las marionetas de la OTAN. Olían sangre. Viajaban “empotrados” en las 4x4 de aquéllos, de cacería. La modalidad periodística se puso de moda en la campaña norteamericana en Irak.
AFP y otros medios se disputaron la primicia de la primera foto y el primer video, como los perros hambrientos de un parque peleándose por unos huesos. Al menos los canes lo hacen por hambre. Esos medios, por negocios y política.
Esa competencia a la postre terminó favoreciendo al difunto: las imágenes probaban que había sido capturado vivo y luego ejecutado, camino a Misurata.
La OTAN también mintió en cuanto a la muerte reservada al ex líder. El 23 de agosto pasado, luego de que sus protegidos tomaran Trípoli, el coronel canadiense Roland Lavoie dijo: “la OTAN no apunta a individuos. Khadafy no constituye un blanco”. También advirtió que si el dirigente libio se hallaba en un “centro de comando de las fuerzas leales al régimen, el lugar sería considerado como un blanco legítimo para la OTAN”. El 20 de octubre da un mentís a esas declaraciones.
¿Por qué lo ultimaron? Deben haber pesado dos circunstancias.
Una, que Khadafy preso en Trípoli o enviado a La Haya, hubiera despertado resistencia y críticas de un sector de la población. Era mejor matarlo, para desmoralizar a sus seguidores y terminar con una leyenda.
La otra razón es que el Consejo Nacional de Transición y sus mandantes extranjeros tenían temor que el detenido revelara sus relaciones con Bush, Sarkozy y Berlusconi. Estos líderes que hoy festejan la muerte en Sirte, ayer nomás firmaban ventajosos negocios petroleros con el hombre de la bandera verde (hoy reemplazada por el trapo monárquico del rey Idris).
En medo del justo repudio a ese tiro a la cabeza, se ha comparado a la víctima con el “León del desierto” y calificado como un gran antiimperialista que no fue, o al menos no en los últimos diez años. En 2003, cuando firmó acuerdos con Bush y avaló la guerra contra Irak, se confirmó ese cambio de conducta, que antes contenía aspectos antiimperialistas en un cóctel de socialismo, nacionalismo árabe e islamismo.
Algún admirador del mártir podría decir que es igual al Che Guevara,  ultimado en circunstancias en 1967 en secreto, por mano local y órdenes norteamericanas. Pero Khadafy no es el Che, pues firmó acuerdos con Exxon y las potencias en tanto éste alertó de “no confiar en el imperialismo ni un tantico así, nada”. El fusilado en La Higuera no les dejó a sus hijos ningún bien material y vivió modestamente. El estilo de vida del creador de la Jamahiriya Árabe Libia no fue ese. Sí hay que reconocerle coherencia y valentía: dijo que pelearía hasta el final y cumplió. No es poca cosa en el siglo XX y el XXI con tantos presidentes que prometieron luchar “hasta la última gota de sangre” y se fueron del poder sin oponer resistencia.
 
Vienen por el crudo
Las marionetas de la OTAN han formalmente completado su control del territorio libio. Ultimar a Khadafy en Sirte y ocupar este bastión se sumó a la  captura de la capital en la última semana de agosto. El movimiento sedicioso tuvo su inicio en el este, en Benghazi, y de allí fue copando posiciones hacia el oeste y el sur.
Ese avance no habría sido posible sin el rol protagónico de la OTAN, que comenzó a bombardear el país ininterrumpidamente desde el 19 de marzo, al amparo de una resolución de la ONU, no unánime.
Controlar el territorio no significa contar con el apoyo de la población que allí vive. Los mercenarios tienen mayor peso en Benghazi y la región del este, Cirenaica, y menor en Trípoli y la devastada Sirte, del oeste, y en el sur, donde había tribus y etnias simpatizantes del gobierno derrocado.
¿Podrá el CNT captar esa población mediante su titular,  Mustafá Abdel Jalil, y el primer ministro, Mahmud Jibril? Los libios, acusados de tolerar una “dictadura”, gozaban de un nivel de vida aceptable, un ingreso per cápita de 12.000 dólares y una salud y educación envidiables para el resto de Africa. Los aliados de los imperios tendrían que invertir en programas sociales, para superar “por izquierda” al fusilado.
Pero su posición servil con las multinacionales, a las que prometieron contratos lesivos a la soberanía nacional, preanuncia que las mayores concesiones se harán a los “libertadores extranjeros”.
El canciller galo Alain Juppé declaró el 1 de setiembre a la radio RTL que sería "justo y lógico" que las empresas francesas se vieran beneficiadas por el preponderante papel de París en la campaña militar. El 22 de agosto su colega italiano, Franco Frattini, dijo a la televisión RAI que la petrolera ENI "desempeñará un papel líder en el futuro" como retribución al apoyo italiano.
También que está el obstáculo de las diferencias internas entre los que se proclaman vencedores. Al tomar Trípoli anunciaron el nuevo gobierno del CNT pero no pudieron completar los cargos por disensos entre ex ministros de Khadafy que se pasaron de bando, islamistas moderados, sectores ligados a Al Qaeda, etc. Cómo harán para gobernar juntos es un misterio.
Aquellas contradicciones internas están re-potenciadas por las pujas interimperialistas. El crudo libio es uno solo, con una producción diaria de 1.7 millón de barriles, y son muchos imperios y empresas que lo quieren robar. Francia e Italia creen que se llevarán la mayor parte y tienen promesas de Jalil y Jibril de que así será.
Pero la Unión Europea debe saber que EE UU tiene la misma intención de rapiña y eso generará peleas dentro de la OTAN y dentro de sus títeres. Mucho más en una situación mundial caracterizada por una profunda crisis financiera, económica, social y política. Hoy en los medios de comunicación del mundo es noticia el crimen de Sirte pero también las caídas de bolsas, el enésimo paro en Grecia y los fracasos políticos de Obama.
Hasta el 20 de octubre las diversas fracciones del CNT y los socios-adversarios de la OTAN lo tiroteaban a Khadafy pero en el futuro pueden herirse entre ellos.
 

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