lunes, 25 de febrero de 2013
La violencia contra los niños como analizador social
Como explica en su libro el sociólogo francés el Estado y el inconciente René Lourau el concepto de analizador social permite entre otras cosas visualizar y comprender la magnitud y dimensiones de las crisis institucionales.
En efecto, y como lo ha señalado con acierto y lucidez la psicoanalista Ana María Fernández, asistimos en la sociedad contemporánea al estallido de una multiplicidad de instituciones, entre otras podemos incluir a las instituciones educativas. Es frecuente que se manifiesten en las mismas síntomas del malestar social imperante en acontecimientos de violencia explícita que involucran a estudiantes, docentes, familiares de niñas niños y jóvenes y a veces hasta a las propias autoridades.
Han sido repetidas las denuncias de abusos contra niños en establecimientos educativos a cargos de sacerdotes y ministros religiosos. Así también ataques arteros y violencia física de grupos de niños y jóvenes contra sus propios compañeros de escuela. El fenómeno social conocido como bullying, que consiste en un hostigamiento y/ o acoso como consecuencia de la estigmatización que hace blanco de agresiones a seres con dificultades para defenderse dada su baja autoestima.
Un entorno social de violencias generalizadas se manifiesta en diversos ámbitos y con características específicas, pero con un común denominador conductas destructivas o autodestructivas.
Es por eso que la reciente denuncia de maltratos perpetrados contra niñas y niños en un jardín maternal de la provincia de Buenos Aires, no debe ser soslayada. Este acontecimiento aberrante es la punta de un iceberg de mil rostros, que aparece a veces en la sociedad, solapado en la carga de exigencias hacia los niños y otras explícito en el paroxístico consumismo que se les impone por los medios de propaganda masiva, hasta los estímulos de algunos conductores televisivos exigiéndoles conductas propias de adultos a seres en pleno desarrollo vital.
Debemos además evaluar las secuelas terribles y perennes que el maltrato sea físico o psicológico genera en quienes lo padecen.
Debemos recordar al gran pedagogo Janusz korczak cuando decía que los adultos para tratar con los niños no debemos agacharnos sino elevarnos a su verdadera altura, la de su humanidad y sensibilidad.
Carlos A. Solero
miembro de APDH Rosario
casolero_1@hotmail.com
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