CHOQUES
Hay choques de autos,
trenes, ómnibus y ocasionalmente de barcos o aviones. Chocar es una experiencia frustrante, corta
nuestros planes, nos complica la vida y otras consecuencias que pueden ser muy
graves. Hay diversidad de choques como de la policía con manifestantes o
hinchas de fulbol entre si.
También hay choque de
culturas como el que vivimos actualmente en muchas zonas de nuestro país.
Por un lado la cultura capitalista, por otro la cultura
indígena.
La primera con su énfasis en el individualismo,
la competencia, el afán del lucro con su hermano el consumismo, la ciega
competencia, el constante crecimiento industrial que nos lleva a la
contaminación ambiental, la falta de respeto a los bienes naturales, la
búsqueda de todo tipo de poder y tantas
cosas más, entre ellas la propiedad privada.
La segunda, cultura
indígena, muy diferente, con su fuerte
sentido fraterno que llega hasta la propiedad comunitaria. El respeto a la
tierra, el aire, el agua, la flora, la fauna; en suma los derechos de la
creación de la cual la persona forma parte. Sabia y pacífica cultura
que valora las personas ancianas
y sus consejos, que cuida su territorio donde trabaja, siembra, recoge los
frutos, pesca, caza, donde se ha nacido y sabe que morirá para unirse con sus
antepasados. Sabiduría que nos dice
“Ustedes tienen el reloj, nosotros el tiempo” “Hay que parar el cuerpo para que
el alma lo alcance”, buen consejo para el apuro en las ciudades donde la gente
vive constantemente acelerada.
Dos culturas que, lamentablemente chocan en nuestro país ¿consecuencias?
muchas
y graves, especialmente para la más débil, la indígena. Choque que ha sido motivo de reclamos de
organismos internacionales pidiendo un cambio a esta situación.
Hablamos con frecuencia de la siembra de soja en constante avance, gran negocio agropecuario. Junto a esto los proyectos de explotación
minera y petrolera, en menor medida los nuevos emprendimientos inmobiliarios
especialmente turísticos. Todos relacionados con buen dinero.
Para ello la necesidad de más y más territorio como lugar necesario para
producir y ganar, ganar, ganar.
Quienes viven en esos lugares? los Pueblos Qom, Wichis,
Mapuches,Mocoví, Guaraní, Kollas, Chane,
Aymaras, Pilaga, Pampas y muchos mas que hacen un total entre ochocientos mil a
un millón de personas.
Un testimonio entre muchísimos más dice “Yo me fui a cuidar los animales
y mi hija estaba en casa haciendo la comida. Mi hija sintió la topadora muy
cerquita y salió disparada a buscarme porque estaban destrozando el rancho, me
vino a buscar y, cuando volvimos ya no había nada, era un desastre total, son
imágenes que no se me van a borrar, salir y que esté todo, llegar y que no haya
nada. No teníamos teléfono para avisar, mi hija fue a buscar ayuda, había en el
corral chivitos muertos, los había aplastado la topadora.” Podría citar muchos relatos similares.
La frontera sojera, minera y petrolera avanza bajo la dirección de
poderosos terratenientes y grandes empresas que cuentan con la complicidad de
funcionarios judiciales, políticos, gobernantes y policías. En ese avance, mucho sufrimiento, cementerios
destruidos, primero ellos por ser la
prueba de presencia ancestral de las comunidades indígenas en ese lugar,
ranchos, enceres de trabajo, documentos quemados como sucedió con 17 viviendas
Qom el 23 de noviembre del 2010 en la
Colonia Primavera en Formosa a causa de la represión
policial además de mucho dolor por seres
queridos muertos, heridos, amenazados o perseguidos.
Un dirigente de la Comunidad Wichi
en las cercanías de Las Lomitas en Formosa decía “no nos vamos a ir, cadáver
nos van a sacar”
Al ser desalojadas sea por orden judicial en base a títulos de muy
dudosa legalidad o bien por la presión de grupos armados incluso con
participación policial que presionan a las comunidades hasta lograr su
expulsión, muchas de ellas quedan en el desamparo total viviendo a orilla de
las carreteras y sin ningún tipo de protección.
No me resulta fácil escribir esto, todo lo contrario, pero ninguna
persona de buen corazón puede ignorar esta realidad que hiere nuestra
democracia que costó tanto conseguir.
Choque de culturas que muestra por un lado lo que pueden llegar a ser y
hacer quienes son movidos por ciegos intereses y por otro lado
la resistencia pacífica de pueblos que han estado en estas tierras desde miles
de años atrás, mucho antes de que existiera el Estado, la Nación y la “civilización”
actual.
Muchos luchan para que esto cambie y se abran paso verdaderos valores humanos pero este
cambio no sólo corresponde a ellos sino a toda la sociedad.
Aldo M. Etchegoyen
Obispo (e) Iglesia Metodista Argentina
Co-Presidente APDH
Junio 2013
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